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El Mundial Femenino de Francia 2019 llegó ayer a su fin y antes de la gran final el presidente de la FIFA Gianni Infantino no dudó en calificarlo como el mejor de la historia. Y motivos no le faltaban para pronunciar esas palabras. Durante el último mes las futbolistas han batido todo tipo de records, no sólo dentro del campo sino fuera de él.

El fútbol femenino cada vez mueve más masas y el público general ha despertado del monopolio del que ahora gozaba el fútbol masculino. Cada vez es más la gente que sigue a las mujeres y si esta Copa del Mundo se ha convertido en la más vista de la historia del fútbol femenino no es por casualidad. Con cada partido más gente se ha ido enganchando a este mundial en el que las jugadoras nos han regalado grandes momentos sobre el terreno de juego y han logrado levantarnos de nuestros asientos y hacer vibrar con su juego. Pero también se han convertido en símbolos de la lucha por la igualdad y el público las ha acompañado. En una final de un gran torneo no es habitual ver a las dos aficiones entonando el mismo cántico, y ayer en Lyon sucedió: holandesas y estadounidenses clamaron la igualdad salarial entre hombres y mujeres.

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Este Mundial ha sido un punto de inflexión para el fútbol femenino que avanza hacia pasos agigantados y cada vez arrastra a más gente. Y para muestra lo que ha logrado la selección de Estados Unidos. La camiseta de las campeonas del mundo se ha convertido en la elástica de Nike más vendida en una sola temporada a través su página web superando a las secciones masculinas de equipos como el FC Barcelona, la Juventus o el Manchester City. Sin duda todo un logro que evidencia una vez más que el fútbol femenino ha despertado definitivamente y no piensa dar marcha atrás. Y si alguien pensaba que la pasión que ha levantado las futbolistas en el último mes era una cuestión temporal, se equivoca. Cada vez es mayor el apoyo y el reconocimiento que tienen del público y de las instituciones, las audiencias no paran de crecer así como la asistencia a los estadios, y eso es algo que no se puede frenar.

Lo sucedido en Francia es síntoma de que el fútbol femenino no es una moda. Las modas son algo pasajero, algo que viene y va y a veces cae en el olvido, pero el fútbol femenino ha venido para quedarse en nuestras vidas.

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