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Por la última fecha del Grupo D del Mundial de Rusia 2018, Argentina se jugaba ante Nigeria el pase a los octavos de final.

Para eso, necesitaba ganar y esperar que Islandia no haga lo propio. Al darse los dos resultados (gracias al agónico gol de Marcos Rojo), tanto jugadores como hinchas festejaron aliviados y se ilusionaron de cara al futuro, donde rápidamente fueron despedidos por Francia.

Sin embargo, hay alguien que realmente la pasó muy mal mientras se jugaba el encuentro: John Obi Mikel, capitán de la selección nigeriana, quien tuvo a su padre secuestrado mientras se desarrollaba el duelo.

“Recibí una llamada cuatro horas antes del inicio para contarme qué había pasado. Me dijeron que matarían instantáneamente a mi padre si informaba a las autoridades o se lo contaba a alguien", comentó el delantero a "The Guardian".

Mikel hizo caso y no se lo contó a nadie, y se cargó de valor para tratar de olvidarlo todo y así concentrarse al máximo en el partido.

“Jugué mientras mi padre estaba en manos de bandidos. Tuve que suprimir el trauma. Estaba emocionalmente angustiado y tuve que tomar una decisión sobre si estaba mentalmente listo para jugar. Estaba confundido. No sabía qué hacer pero, al final, supe que no podía dejar tirados a 180 millones de nigerianos. Tuve que apartarlo de mi cabeza e ir a representar a mi país primero", aseguró.

Afortunadamente, los malvados liberaron al padre de Mikel el lunes por la tarde, aunque se encuentra internado por el shock y la violencia que recibió en dicho momento. ¿Lo peor? No es la primera vez que ocurre. Una gran tris...