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Leo Messi y Cristiano Ronaldo han ocupado en la última década las dos primeras posiciones del trono mundial en el mundo del fútbol, pero en el tercer cajón hay vacante. Muchos son los candidatos a ese puesto y a suceder en un futuro cada vez más cercano a los dos grandes cracks, y uno de ellos es Antoine Griezmann. El jugador francés, ausente entre los tres nominados al premio The Best, siente que ya come en la misma mesa que el argentino y el portugués pero ponerse al mismo nivel que esas dos estrellas mundiales son palabras mayores.

Nadie puede poner en duda la calidad del francés, pero los números y los títulos hablan por sí solos y ahí Griezmann sale perdiendo claramente. Messi y Cristiano llevan más de diez años batiendo records, repartiéndose todos los premios individuales, atesorando títulos con sus respectivos equipos y son los protagonistas de una rivalidad que se convertirá en leyenda y en la que no hay sitio para un tercero. De todos los candidatos a irrumpir en la batalla Messi-Cristiano ninguno ha conseguido ni si quiera inquietarles. Ni Neymar, ni Griezmann, ni Bale, ninguno. Ellos dos han abierto una distancia de años luz con el resto de cracks mundiales y para cerrarla no vale hacer sólo una buena temporada hay que estar ahí semana tras semana, año tras año, y eso es algo que todavía no ha logrado el francés.

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La única espinita que tienen estos dos jugadores es la Copa del Mundo, ese que ya reluce en el palmarés de un Griezmann que a sus 27 ni se acerca a los logros individuales y colectivos que tenían Messi y Cristiano a su edad.

Estar al nivel de las dos grandes figuras es prácticamente una utopía a día de hoy para Griezmann y para cualquier jugador. No hay jugadores que sean tan determinantes en el resultado, que influyan tanto en el juego de un equipo o que sean tan temidos por los equipos rivales como ellos.

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Griezmann es la gran estrella del Atlético de Madrid, pero para llegar al nivel de sus dos rivales todavía tiene que superar obstáculos como meter el penalti en la final de la Champions o tirar de su equipo para que no caiga ante un rival como el Qarabag. Tristemente los fallos pesan más que los aciertos y ganar la Europa League, la Supercopa o incluso un Mundial de momento no es suficiente como para comer en la misma mesa que Cristiano y Messi. Todavía tiene tiempo para seguir sumando títulos e intentar acortar las diferencias, y si algún día consigue sentarse en la misma mesa que ellos lo hará con una estrella en el pecho.

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