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Meses atrás Adalid Maganda, central afromexicano, denunció haber sido despedido de sus funciones como árbitro de primera división por su color de piel. Según dijo el actual presidente de la Comisión, Arturo Brizio, y sus dos colaboradores, Julio Escobar y Jorge Gasso, le mencionaron, ni más ni más, que no recibía juegos 'por pinche negro'.

Más allá de que el caso aún se está desarrollando en los tribunales, el hecho de que nuevamente el racismo se haga presente en la Liga MX es, cuando menos, penoso.  Sin importar si se trata de un nazareno, un directivo, un trabajador o un recoge pelotas, esta práctica, que manifiesta uno de los lados más deleznables que puede mostrar el ser humano, no puede ni debe darse bajo ningún motivo.

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No importa si sucede con frecuencia o no, si el vituperio es menor o mayor. En ningún aspecto de la vida el racismo puede hacerse presente. Para un deporte que promueve, entre muchas cosas, los valores para la juventud debe estar penado con consecuencias de gravedad.

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El caso del silbante de 34 años es sólo uno más que se une a un ya nutrido expediente de situaciones similares. No es, ni mucho menos, la primera vez que algún personaje relacionado al fútbol azteca sufre discriminación por su color de piel. A vuelapluma, hombres como Clifford Aboagye, Christian Benítez, Felipe Baloy y Darwin Quintero lidiaron con esta penosa situación en los estadios mexicanos.

A la espera de que los tribunales resuelvan que los dichos por Maganda son verdaderos y en caso de que así se compruebe, los tres implicados deben recibir una sanción ejemplar. No como un chivo expiatorio, sino como un precedente real que incite a la verdadera reflexión de todos aquellos quienes participan, directa o indirectamente, en el balompié nacional.

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Por si fuera poco, este bien podría tomarse como un parteaguas directo desde un fenómeno deportivo que, con la capacidad de atracción de masas que tiene, pueda servir para canalizar la reflexión a nivel social. De lo contrario, será igualmente penoso que el caso Adalid Maganda sea sólo 'uno más' dentro de un tema que si bien evidentemente no es prioridad en la agenda pública, no por ello es menos alarmante.