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La extraordinaria campaña que firmó Cruz Azul en el Apertura 2018 contrasta con el arranque que ha tenido en este Clausura 2019. Dos derrotas en casa y un empate en Puebla han prendido las alarmas en La Noria. Tras la final pérdida, el equipo de Caixinha ha tenido la reacción que justamente su afición no esperaba. 

Este bache marcado que vive Cruz Azul se debeprincipalmente, a dos factores: el bajón de juego que vivió en el tramo final del torneo anterior (en la Liguilla, el más importante) que derivó en la final pérdida ante América y un cambio en la idea de juego de Pedro Caixinha. 

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La Liguilla del Apertura 2018 que jugó La Máquina fue, salvo el partido de ida ante Querétaro, pobre. Apenas y pudo ser superior a sus rivales en tramos de partido y  normalmente sufrió. Inclusive, ante Monterrey, en la vuelta en el Azteca, fue el error del meta contrario el que abrió la puerta para el camino a la final. Así, el 0-2 que su rival le endilgó en la final en la que no disparó una sola vez al arco fue el colofón de un bajón de juego que llegó en el momento menos indicado. 

En el matiz táctico, en todo el AP18 mostró dos debilidades muy marcadas. Una fue cuando los rivales le presionaron alto, en la salida, y la más de todas fue cuando debió atacar en posicional, cuando el rival le cedía la iniciativa. Pedro Caixinha construyó un equipo que ejecutaba por nota el plan de jugar al contragolpe, pero cuando debía ser lo contrario no encontró soluciones.

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Esto sucedió en encuentros determinantes del torneo, por ejemplo, la citada semifinal ante Rayados en la que debía marcar cuando mínimo un gol en la vuelta. Los de Diego Alonso anclaron un repliegue que únicamente un disparo, con error de Barovero incluido, pudo romper. El otro fue también en una semifinal, en la de Copa ante León, cuando debía marcar un gol y tenía un hombre más. No fue sino otro disparo de Adrián Aldrete, con desvío incluido, que igualó el marcador.

Ante esta situación, Caixinha comenzó la planeación para el Clausura 2019 con una consigna clara: reforzar su plantilla con refuerzos que ayudasen a cambiar la idea de juego. Ahora, Cruz Azul ha buscado más la tenencia del balón y menos el juego directo (contragolpe). Muestra de ello son las dos posesiones de balón que promedio ante Puebla y Chivas; en ambos duelos fue amplio dominante, con 65%  y 61% respectivamente. 

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Hacer un cambio de esta magnitud en un torneo tan corto como el mexicano y con la pausa prácticamente nula que vivió del AP18 al CL19 es complejo, pero lo es aún más cuando un equipo viene de perder la final ante su máximo rival y, encima, le sacan a uno de sus jugadores clave como lo fue Iván Marcone quien era, con diferencia, el elemento con mejor trato de balón y mayor lectura de juego en todo el equipo. 

Sumando el golpe anímico que representó esa final y esta transición de juego que vive, el arranque de Cruz Azul es hasta cierto punto normal aunque no justificable. Un plantel con ese talento debería dar exhibiciones más decentes que las dos que ha ofrecido en Liga, más allá de lo táctico. Por ahora, al hincha cementero no le queda más que aguardar con paciencia. 

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Trabajar con derrotas a cuestas es más difícil que hacerlo con resultados positivos, y el aficionado azul debe comprender que este torneo, en plantel y en idea de juego, es otro diferente. El Apertura 2018 lo inició con una clasificación a Liguilla en los últimos cuatro años, el presente Clausura 2018 viene de una final pérdida de forma insultante ante el rival. Las presiones y las exigencias son otras, y por ende, el trabajo a hacer mayor.