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El Real Madrid consiguió vencer al Eibar gracias a un soberbio doblete de Karim Benzema, que fue el único que se salvó de la quema en un partido en el que por momentos el Santiago Bernabéu pitó al equipo. Zinedine Zidane siguió con su particular "casting" poniendo a prueba a sus futbolistas para decidir quienes continúan la temporada que viene y con quienes no cuenta para su segundo proyecto como técnico madridista.

Se ha hablado mucho desde el regreso del francés de las posibles salidas y llegadas de cara al próximo curso, de esa renovación total de la plantilla en la que hay muchos señalados y otros tantos futuribles sustitutos. Actualmente al galo no le importa tanto quién vendrá como quién saldrá y por eso está aprovechando estos intrascendentes encuentros para probar a sus jugadores, sistemas diferentes, estrategias... todo con el objetivo de hacer que la campaña que empezará en agosto haga olvidar el vacío de la actual.

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Uno de los que parece tener las horas contadas en el conjunto blanco es Gareth Bale. El fichaje más caro de la historia del club ha estado todos estos años a la sombra de Cristiano Ronaldo y tras la salida del portugués este se presentaba como su año, el curso en el que debía demostrar que puede ser el líder del equipo, pero está muy lejos de conseguirlo. El galés lleva toda la temporada rindiendo a muy bajo nivel, como el resto del equipo, y su futuro continúa en el aire.

Tras el encuentro de ayer, en el que Bale terminó siendo sustituido tras un mal partido en el que debía marcar la diferencia, Zidane fue preguntado por la continuidad del extremo. Las palabras del francés dejaron entre ver que la decisión estaba aún por tomar, pero su actitud decía que el galés tiene muchas papeletas para salir en verano.

"¿Puede ser tan contundente con Bale como lo fue con Varane para que siga en el Real Madrid?", fue la pregunta hacia un Zidane parco en palabras: "Ya veremos", respondió. "Pero eso no es ser contundente", apostilló el periodista. "Sí, por eso", añadió el galo. Sencillo, simple, breve o más bien desganado diría yo. El técnico del Real Madrid, que acostumbra a mantener una sonrisa en su cara y es amigo del buen rollo, no estaba nada contento con la actuación de su jugador sobre el césped y sus palabras lo dejaron claro.