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En los últimos años, el buen futbol desplegado por Monterrey se ha visto opacado por los títulos conseguidos por el acérrimo rival Tigres, quien en menos de una década ya se alzó con 4 títulos de liga y la llegada a una final de Libertadores, inclusive ganando su última liga frente a Rayados y en su casa, evitando que al fin pudieran coronarse y quedándose con la primera final entre estas dos escuadras, sin embargo, el campeonato de la CONCACAF es algo que se le ha negado al conjunto felino y que aún no es capaz de conseguir. 

Sin lugar a dudas hay una presión bastante fuerte para Tigres, que debe de volver a demostrar que es mucho mejor equipo hoy en día que Rayados. Además, Monterrey es conocido por haber sido tricampeón de esta competencia internacional, coronándose consecutivamente desde 2010 y hasta 2013, un título que los de San Nicolás han dejado ir en múltiples ocasiones y el único torneo que todavía Rayados les puede presumir. 

Por el otro lado Monterrey tiene en frente una única oportunidad para vengarse de todo lo que Tigres les ha quitado en los últimos años, especialmente con la Final jugándose nuevamente en casa y con el escenario puesto para recuperar esa credibilidad, confianza y unión con la afición, sin embargo, una nueva derrota en una final frente a los de la Autónoma de Nuevo León y en el único torneo en el que La Pandilla puede presumirse superior a su máximo enemigo deportivo, representaría la ruina para los dirigidos por Diego Alonso. 

La presión para ambos equipos existe y siempre existirá por la inmensa rivalidad entre estas dos escuadras, especialmente mientras vivan momentos tan maravillosos como en estos últimos años, pero la presión que existe en una institución como Monterrey por dejar de ser opacado por Tigres en cada ocasión que se les presenta y empezar a resurgir como el principal equipo de la ciudad, sabiendo que de no hacerlo en esta oportunidad será difícil que puedan volver a conseguirlo, ejerce una presión mucho mayor para el conjunto albiazul que ahora sí peleará por sobrevivir y resurgir o volver a caer hasta lo más profundo.