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La realidad que vive el Veracruz es probablemente la peor que se ha visto en la historia de la Liga MX. Cero victorias en lo que va del torneo y cerca de cumplir el año completo sin conseguir 3 puntos en un partido de liga, pues no lo hace desde el 25 de agosto del 2018. El conjunto de los Tiburones Rojos es la peor franquicia en la historia del futbol mexicano con 5 descensos, algunos ascensos conseguidos fuera del terreno de juego, peleas de sus dirigentes con personas de la Federación y goleadas escandalosas año tras año. 

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Pero la pregunta es ¿de quién es la culpa? La realidad es que en una catástrofe de esta índole es imposible culpar a una sola persona y hay que poner en perspectiva lo que ha sucedido con este equipo a lo largo de los últimos años. 

Tras la derrota frente a Pachuca, Cirilo Saucedo, ex arquero del conjunto jarocho, despotricó en contra la directiva y ante unos jugadores que al parecer no quieren jugar más al fútbol y la realidad es que tiene argumentos para hacerlo. 

Evidentemente el cuerpo directivo contemplaba desde un inicio el posible descenso del club aprovechando las facilidades que da la liga para poder mantenerse en Primera División, gracias a la salida económica, por eso mismo se entiende la decisión de respaldar al técnico Siboldi, a quien al parecer a partir del próximo torneo se le armará un equipo a su orden y tendrá todo para hacer de los Tiburones un equipo de verdad. 

Como directiva el problema empieza mucho antes de Siboldi; comienza cuando llenan al equipo de extranjeros que no van ni a la banca por cuestiones extra deportivas que no benefician en nada al club, continuan cuando cambian jugadores cada torneo en cantidades altísimas y empeoran aún más cuando generan contratos que no se cumplen y que hasta en ocasiones se omiten partes para evitar pagar impuestos. Sin duda el negocio del Veracruz está fuera del rectángulo verde.

El principal problema de este equipo viene desde arriba, eso es claro, el problema es aún peor cuando su tamaño hace que se impregne en los jugadores, que ya no quieren ni jugar y ya sólo pueden pensar en la humillación que están viviendo y en cómo le harán para salir lo más pronto del equipo. 

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Los Tiburones Rojos no tienen esencia, no tienen tradición y nadie quiere identificarse con estos colores dentro de la cancha, porque a lo largo de la historia ha sido el equipo de las tragedias. 

Ahora, si el plan sale como se piensa hay todavía una salvación para este club, más allá de si se mantiene el señor Fidel Kuri como presidente o no, el cuadro del Puerto debe de lograr la permanencia a como de lugar y dejarle todas las decisiones deportivas a Dante Siboldi, quien con el plantel adecuado y la chequera abierta puede aprovechar el próximo mercado de transferencias para cambiarle la cara a un Veracruz, que hoy en día difícilmente se le puede considerar como un equipo de futbol.