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El presidente de la UEFA no cree que sea necesario reformar la competición pero sí plantea introducir un cambio en la final para evitar que se sucedan las polémicas de los últimos años.


La última final de la Champions League entre el Liverpool y el Tottenham que se disputó en el Wanda Metropolitano dejó una crítica general entre los aficionados, la falta de entradas que les asignaron a cada equipo. El estadio madrileño tiene una capacidad para 68.000 espectadores y Liverpool y Tottenham sólo recibieron 18.000 entradas cada uno por lo que fueron muchos los seguidores de estos dos equipos que se quedaron sin poder ver la final en el estadio.

Los problemas logísticos en la final de la Champions no son nuevos. Aficionados del Real Madrid y de la Juventus ya se encontraron con dificultades en los desplazamientos y para encontrar alojamiento en la final de 2017 y el presidente de la UEFA, Alexander Ceferin, quiere acabar con ellos con una controvertida medida restringiendo el número de estadios que puedan albergar la final del torneo a aquellos que tengan mayor capacidad.

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"Deberíamos jugar la final en estadios más grandes, incluso si vamos a los mismos lugares, cada cuatro o cinco años o jugar en los mismos estadios todo el tiempo", manifestó el dirigente esloveno.

"Para Madrid tuvimos 980,000 solicitudes. Si jugásemos en Wembley tendríamos 30.000 espectadores más. Cambiaría algo. Probablemente un evento top, top debería jugarse solo en los lugares principales en cuanto a hotel, a movilidad y a estadio", añadió.

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En la final de la Europa League los aficionados también se han encontrado con los mismos problemas logísticos, pero de momento la idea de Ceferin es aplicar las restricciones de las sedes solo en la final de la máxima competición europea.

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