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La sensibilidad del aficionado americanista está a tope y con justa razón; el último jugador mexicano más emblemático del club se fue para vestir y defender la playera del odiado rival, las Chivas de Guadalajara. Ante esto el debate sobre el amor a la camiseta volvió a hacerse presente en las pláticas futboleras, pero la realidad es que esto es algo que casi nunca ha existido. 

El amor a la camiseta es algo que el aficionado valora mucho, pero la realidad es que son escasas las veces que un jugador prefiere quedarse en un club por lealtad que por dinero o incluso crecimiento profesional. 

En el pasado no era tan fácil que un futbolista fuera traspasado a otro club; no existían cláusulas de rescisión y los equipos determinaban si dejaban ir o no al futbolista, dejando que este "amor por la camiseta" prevaleciera, pues no había mucho que hacer. 

Salvo casos como el de Francesco Totti, en el fútbol o algunos jugadores de deportes norteamericanos, donde esta lealtad sí vale un poco más, como David Ortíz (no debutó en los Red Sox, pero en cuanto llegó nunca los abandonó) y Derek Jeter en el beisbol, así como Tim Duncan, Dirk Nowitzki o Kobe Bryant en el baloncesto, la realidad es que es normal que un deportista busque el crecimiento tanto económico como profesional, aunque esto parezca una traición a sus colores. Michael Jordan nunca dejó a los Bulls hasta el final de su carrera y LeBron ya ha cambiado de franquicia en 3 ocasiones, pero quién sabe que hubiera sido del mítico jugador número 23 si él hubiese jugado en estos tiempos de tantos cambios y ofertas irrechazables.

El amor a la camiseta no existe de la forma en que queremos creerlo; Oribe Peralta encontró en Chivas la oportunidad de seguir presente a los 35 años con un equipo de convocatoria internacional y donde tendrá más minutos, al igual que sucede hoy con muchísimos deportistas que cambian de equipo porque les conviene y porque es más sencillo hacerlo. Las épocas cambian y lo que antes era fácil llamarlo "amor a la camiseta" como un tema de unión con la afición, hoy es más difícil lograrlo por las facilidades para moverse y crecer profesionalmente.