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Las grandes actuaciones de Guillermo Ochoa han abierto un debate sobre si ya tiene ganado el puesto como mejor guardameta en la historia de la selección mexicana, compitiendo principalmente frente a Jorge Campos.

Mientras tanto, debemos de dar mérito a la gran camada de arqueros que ha producido este país en los últimos tiempos. 

México no es un país que se distinga futbolísticamente por generar elementos de primer nivel salvo algunas excepciones, sin embargo, en cuestión de guardametas, no se ha tenido que sufrir por ver quién estará en el arco en los últimos tiempos. 

Dejando atrás nombres legendarios como Isidoro Sota, la 'Tota' Carbajal, Ignacio Calderón o Pilar Reyes, la realidad es que a partir de México 86', el Tri no ha tenido problema para encontrar quién cubra su arco. 

Pablo Larios se encargó de convertirse en el titular indiscutible de la selección y para el mundial disputado en tierras aztecas y dejaba claro que si algo estaba seguro, era la portería nacional, pues sólo recibió 2 goles en todo el certamen. 

Después llegaría Jorge Campos, quien entre su capacidad bajo los tres postes, su simpatía al vestir y su calidad como delantero, se convertía en un hombre diferente, aquel que conseguiría la Copa Confederaciones en 1999 y se colocaría entre los mejores a nivel mundial.

Tras él llegarían nombres como Óscar Pérez, Oswaldo Sánchez, Jesús Corona, Guillermo Ochoa e incluso por momentos Moisés Muñoz y Jonathan Orozco, dejándole al seleccionador nacional el dilema de qué elemento elegir entre tantos con tanta capacidad. 

Ahora, de cara al futuro de la selección mexicana, parece que el problema por encontrar un portero seguirá siendo nulo, pues nombres como Hugo González, Gibran Lajud y Sebastián Jurado seguirán demostrando que en el arco nacional no hay de que preocuparse, pues si algo ha hecho bien México, es la producción de guardametas con grandes cualidades.