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Segunda jornada seguida en la que Ansu Fati es el nombre propio de la actualidad azulgrana. Si la semana pasada lo era por su debut, en esta es porque le jugador jugó, marcó y dio el giro a un partido que se volvía demasiado gris para los intereses del Barça.

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Siempre es buena noticia que un chaval de la cantera aparezca, demuestre y se asiente, pero el caso de Ansu Fati es especial, por el contexto y por su edad. Con solo 16 años, ya es el segundo jugador más joven en debutar y el más joven en marcar. Si siguen dándole minutos, va camino de romper muchos récords de precocidad. Es motivo de alegría que semejante hecho suceda, pero es para que en el seno del club se sienten a reflexionar.

No es normal, mucho menos en este Barça, que un joven de 16 años salve un partido. No es ni siquiera normal que esté jugando en el primer equipo, pero hay casos y casos. Lo de ayer con Ansu Fati puede - y debe - ser algo puntual, pero no debe ser la tónica habitual. Ni para el equipo ni para el propio jugador, al que todavía le quedan muchos años por delante de formación.

Fati puede estar hoy en lo más alto y completamente olvidado el mes que viene. El fútbol es caprichoso e impredecible. Apunta maneras de crack mundial, pero no se le puede quemar ni exponer tan pronto. Ya se ha dado a conocer, pero dejemos que se haga un nombre en el fútbol.

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Pero lo dicho, en el Barça tienen que reflexionar. Se ha realizado una importante inversión este verano. Se ha fichado a Griezmann (120 millones) y a De Jong (75+11), con la idea de dar un salto de calidad, y la única realidad a 1 de septiembre es que el Barça ya se ha dejado 5 puntos de 9 posibles y que estos dos no terminan de carburar. Es pronto, y el Barça ha tenido muchas bajas importantes, pero no deja de ser sintomático de que ahí hay un problema y Fati, con otros pesos pesados en el vestuario, no puede ser la salvación.