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Sin lugar a dudas, el Cruz Azul se ha robado el protagonismo durante esta última semana, pero para su mala suerte ha sido solamente para demostrar lo mal gestionado que está el club, lo dividido que están los altos mandos y las malas decisiones que han tomado en tan poco tiempo. 

Muchas veces surge la duda de por qué el proyecto de Cruz Azul no termina por dar resultados y aunque por momentos el factor suerte invade el mundo del balompié, La Máquina ha demostrado que su situación no es una de ellas. 

No sólo las decisiones fueron mal tomadas y en el peor momento posible, así como de la peor forma, sino que terminaron por hacerlas de manera pública, en programas de televisión, evidenciando la realidad de una institución que no tiene ni pies ni cabeza y que cuando parecía que dejaban al mando a alguien capaz de darle una reestructuración al equipo, las peleas por el poder terminaron por desmoronarlo todo. 

No cabe duda que el aficionado cementero debe de estar molesto, enfadado, furioso con lo sucedido, pues la renuncia de Ricardo Peláez, el único hombre que parecía poderle dar un rumbo bajo su tutela al equipo, puso en evidencia la realidad de lo que sucede internamente en una corporativa que al parecer no tiene como prioridad regresar a la gloria a su equipo de futbol. 

Ricardo Peláez descansará y prontamente regresará con su nombre limpio y seguramente muchas ofertas de clubes mexicanos, mientras tanto, el Cruz Azul tratará de recoger sus piezas caídas y rearmar, una vez que la batalla entre los hermanos Álvarez termine, un equipo que hoy desconoce cuales son sus planes a seguir. 


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