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Luego de la derrota del pasado martes ante Monterrey, los Pumas de la UNAM continúan generando más dudas que certezas. Tras iniciar ganando tanto en Liga como en Copa, después del empate ante Pachuca, el equipo comenzó a ir de más a menos. Esta situación es similar a la que vivieron en el semestre pasado, donde entraron rayando a la Liguilla.

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Ahora es necesario señalar al o a los culpables. De ninguna manera son los jugadores, aunque el que sí tiene gran parte de responsabilidad es el entrenador David Patiño. Cuando en conferencias de prensa se le ha cuestionado su continuidad en el club, menciona que debe seguir y que no vería bien que lo cesaran. Sí, se apoya su decisión; sin embargo, hay que reconocer que los números obtenidos desde que tomó las riendas del equipo son mediocres.

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El estratega debería reflexionar y llegar a la conclusión de que ya le hace más mal que bien a los felinos. Por el amor que ha manifestado por los auriazules, es hora de tener dignidad y poner a primera hora de mañana su renuncia en la mesa de los altos mandos de Pumas. Si los de pantalón largo desean mantenerlo o no, ese ya sería otro cantar. 

Ahora toca el turno del máximo culpable de que Pumas siga siendo un equipo más del montón. RodrigoAres de Parga se ha convertido en inamovible de la institución. Ha facilitado la salida de jugadores estrellas a las primeras de cambio. Es débil, y enseguida, al escuchar una oferta formal, no le importa quién ni cómo se llame el futbolista, inmediatamente da el sí.

Es indispensables que el patronato se siente a dialogar seriamente y toquen el tema del futbol profesional. De Parga debe abandonar en cuanto antes a los Pumas. Aún están a tiempo. De lo contrario se espera un torneo con más de lo mismo, donde si se califica sería un triunfo. Es ahora o nunca, universitarios.