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La escandalosa goleada 5-1 a manos del Barcelona y un estilo que nunca terminó por aflorar determinó el despido de Julen Lopetegui del Real Madrid. Tras la función que montó en la víspera de Rusia 2018 para vestirlo de blanco, Florentino Pérez y su junta directiva dieron fin a un lúgubre proceso. Ahora, la pregunta en el entorno merengue es consabida: ¿Quién debe venir?

Más allá de los nombres que ya suenan, el Madrid debe concentrarse en el perfil de DT. Y para un equipo en que sus grandes fortalezas de los últimos años residieron más en el rendimiento colectivo que individual, nos parece evidente que, ahora mismo, el vestuario del Santiago Bernabéu exige más a un 'gestor de talento' que a un genio táctico.

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Por gestor de talento entendemos a aquel estratega que, si bien en la parte táctica es lúcido, hace también de líder para dosificar a sus elementos y darles la suficiente libertad creativa en el campo. El par de casos en la historia reciente del club son claros. Ancelotti y luego Zidane, abordaron con suma sensatez dos aspectos vitales para la consecución de las tres Champions: la regulación y cambio de función de Cristiano Ronaldo, y la construcción de un equipo solido en el mediocampo para dar pié al talento innato de su insostenible poderío ofensivo. 

Innegable es que Zinedine creció un mundo en lo táctico en su etapa técnica por la Casa Blanca, pero su mayor mérito siempre residió en la administración de los suyos. Sensato por antonomasia, decidió dejar al Madrid justamente porque él, antes que nadie, entendió que el vestuario necesitaba un giro en el discurso para seguir creyendo (y por ende, ganando).

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"Es un momento raro pero es importante para todos para seguir ganando. Y eso necesita otro discurso y otra metodología [...] los jugadores necesitan un cambio. Este es un club exigente y apretamos mucho a los jugadores y hay un momento en que no se puede pedir más", dijo el francés en aquella conferencia de prensa en la que renunció a su puesto. 

Y aunque el camino a seguir en la elección del nuevo líder parecía claro, Florentino Pérez, como cuando la partida de Ancelotti, decidió apostar por un perfil de entrenador plenamente divergente a las exigencias del plantel. Sumado a ello, en este efímero paso por el Bernabéu Lopetegui tampoco ofreció grandes soluciones desde su pizarra, aspecto que fue el que lo llevó a tener la chance de enfundarse la casaca blanca.

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Dicho esto, a primera impresión los nombres que suenan en el mercado no resultan del todo convincentes aún. Quizá por ello la plana alta de la Casa Blanca deba optar por la mesura. 

Ahora mismo Santiago Solari no puede, bajo ningún motivo, ser objeto de críticas. El blanco ahora son los jugadores, y mientras el novel DT argentino puede hacerle ganar unas cuantas semanas a la directiva merengue. Ese tiempo, oxígeno puro, debe ser suficiente para hacer la elección correcta; la temporada es muy joven y, por el material humano a disposición, (casi) todo luce rescatable.