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El próximo 9 de diciembre, Madrid acogerá la final tan esperada. Una final de la Copa Libertadores entre Boca y River, algo que se podría equiparar a una final de la Champions entre Real Madrid y Barcelona. En consecuencia de los lamentables acontecimientos sucedidos en Buenos aires antes del partido de vuelta de la gran final, el Santiago Bernabéu será el nuevo escenario y ya se está preparando la seguridad para ello.

La seguridad de este partido estará por encima de un clásico. Sin ir más lejos, en 2015 se jugó un Real Madrid – Barça posterior a los atentados terroristas en el Estadio de los Príncipes, París, en el cual la seguridad desplazada ese día fue más baja que la prevista para el clásico argentino. En el plan que trabaja la Delegación del Gobierno de Madrid, destinarán dos mil efectivos entre fuerzas del estado, seguridad privada y policía argentina, que cooperará con la española. Sin embargo, el diseño del plan dependerá de la decisión que se adopte en torno la venta de entradas y ante la posibilidad de que se puedan desplazar los aficionados más violentos. El Bernabéu, con una capacidad para 80.000 espectadores, plantea separar ambas aficiones en los fondos, detrás de las porterías. Todas las personas que asistan al partido deberán pasar por tres cordones de seguridad.

Cabe destacar el plan de seguridad fuera del estadio, donde se produjeron los disturbios en Buenos Aires. Una semana antes, el aeropuerto de Barajas controlará la entrada al país de todos los hinchas argentinos y vetarán a los que tengan antecedentes penales.

Madrid asume una responsabilidad enorme al acoger uno de los partidos más esperados de la historia del fútbol. Dados los precedentes, habrá un despliegue de seguridad especial que, por el bien del fútbol y la reputación de Argentina y España, deberá tener exito y pasar a segundo plano, dejando al futbol lugar para brillar.