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Como en cada ventana de fichajes el FC Barcelona se enfrenta al dilema moral de reforzar o no su plantilla. Y digo moral porque si miran hacia abajo en La Masía hay una gran cantidad de jugadores que no tienen nada que envidiar a todos esos nombres que suenan para desembarcar en el Camp Nou y que tienen ganas de demostrar que pueden jugar en el primer equipo.

Hace no tanto el Barcelona presumía de tener la mejor cantera del mundo con futbolistas como Andrés Iniesta, Xavi Hernández, Leo Messi o Sergio Busquets que tras pasar por La Masía lograron subir al primer equipo y lideraron una de las mejores generaciones de futbolistas de la historia. 

Esos futbolistas tenían en la sangre el ADN Barça y dotaron al equipo de una identidad y un estilo de juego reconocible en todo el mundo, y poco a poco con el paso de los años y el movimiento de jugadores esa seña de identidad se ha ido perdiendo. El fútbol total de Guardiola se ha evaporizado hasta ver un equipo que no tiene un trato tan exquisito con el balón, y que aunque siga siendo letal practica otro tipo de fútbol menos vistoso.

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Este cambio en el estilo de juego viene fomentado en gran parte por los jugadores que tiene el entrenador a su disposición. El Barcelona ha dejado de dar oportunidades a los jugadores formados en La Masía para fichar otros futbolistas, también de primer nivel, pero de otro perfil, menos jugones y más atacantes. Y es que para ver a un jugador de la cantera azulgrana que se haya asentado en el primer equipo subiendo desde las categorías inferiores tenemos que remontarnos al año 2010 cuando fue Sergi Roberto el que logró dar el salto.

Y no es que los jugadores que se están formando en La Masía no tengan la calidad suficiente como para jugar en el primer equipo, sino que se les de menos oportunidades en beneficio de otros futbolistas que llegan tras inversiones millonarias y a los que solamente por su precio es prácticamente imposible dejarles en el banquillo. El precio ya es un aval para tener una oportunidad en un club como el Barcelona que los que vienen de abajo no tienen.

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La cantera debe seguir siendo uno de los grandes orgullos del club azulgrana y eso se consigue dando mayor visibilidad a esos jugadores que quieren tirar la puerta abajo pero que los nuevos fichajes se lo impiden. Y ahora que está sonando tantos buenos jugadores que podrían llegar al Barcelona desde la directiva del club deberían hacer una retrospectiva y ver todos los éxitos cosechados gracias a los futbolistas formados en casa para volver a apostar por el producto propio. 

Quizá un nuevo Iniesta se esté forjando en La Masía pero los movimientos millonarios que rodean el fútbol de hoy en día nos impida verlo. Los jugadores con ADN Barça siempre tendrán una relación especial con el club y con la afición que otros no podrán entender, y ya desde pequeños se les enseña a tener un trato con el balón y una forma de jugar diferente que es lo que dota a un equipo de un estilo y una seña de identidad reconocible en cualquier lugar del mundo.

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