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El multimillonario Roman Abramovich es más conocido por su faceta de propietario del Chelsea que como empresario y oligarca del petróleo, pero pudo no haber sido así. La compra del equipo londinense llegó de rebote, como explican Joshua Robinson y Jonathan Clegg en su libro "The Club: How the english Premier League became the wildest, richest, most disruptive force in sports".

Los dos periodistas deportivos cuentan en su libro como el magnate ruso llegó a Londres con la idea de comprar el Arsenal, pero el banco suizo UBS, contratado por Abramovich para analizar el fútbol inglés en sus aspectos económicos, le desaconsejó hacerlo y le dijo que no estaba en venta. En 'The Club' también reflejan unas declaraciones de David Dein, vicepresidente del Arsenal hasta 2007, en las que afirmaba que de haber recibido una oferta la habrían escuchado.

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Teniendo esto en cuenta, tan solo Chelsea y Tottenham estaban sobre la mesa, excluyendo el resto de equipos menos laureados de la capital inglesa. En la publicación de Robinson y Clegg, de la cual los medios ingleses se han hecho eco, relatan cómo fue el momento en el que Abramovich decidió no comprar el equipo que habita White Hart Lane.

Al parecer, el ahora dueño del Chelsea decidió visitar el barrio del norte de Londres donde se sitúa el estadio de los 'Spurs' y en su corto paseo en coche por la calle principal, Tottenham High Road, afirmó: "Esto es peor que Omsk", una de las ciudades más importantes del distrito federal de Siberia.

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Así que finalmente el multimillonario, que había amasado una auténtica fortuna con su empresa de explotación petrolífera, la cual vendió a Gazprom en 2005, decidió invertir 140 millones de libras en la compra del Chelsea. Un club que en aquella época no atravesaba sus mejores años y a quien ha conseguido, a base de billetes, llevar hasta la cúspide del fútbol mundial. 

A nivel curiosidad: los dos últimos fichajes del club 'blue', Kepa Arrizabalaga y Christian Pulisic, han supuesto un coste mayor que la compra del club.