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Gonzalo Higuaín se retiró de la selección argentina. Se fue por la puerta de atrás. Con el autoestima por el piso. Sin la gloria que pudo haber tenido y con una frase que debe ser difícil de decir: "Muchos estarán contentos".

Un jugador que supo jugar el el Real Madrid, en Napoli, en Juventus, en Milan y ahora en Chelsea. Un jugador que siempre fue querido por los hinchas y que se cansó de hacer goles en los clubes. Un jugador que no tuvo la suerte.

Es cierto que falló en momentos claves. Nadie puede negar que erró goles importantes en momentos decisivos. Pudo haber entrado en la historia con la gloria, pero la pelota se fue afuera y quedó marcado como el gran perdedor.

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En la final contra Alemania del Mundial 2014 y en las dos finales contra Chile por la Copa América. Todos esos partidos tuvieron cosas en común: Argentina quedó al borde de ser campeón y el Pipa siempre erró.

A partir de ese momento, comenzó una lenta y dura destrucción al jugador. Burlas constantes en las redes sociales, castigos exagerados y críticas de todo tipo. No faltó la falta de respeto y no se lo cuidó para nada.

Mientras el mundo hablaba de los goles de Higuaín en sus equipos, en la Argentina se hablaba de los memes más divertidos que se creaban. Y así lo fueron desgastando. A él y a su familia que era la que más lo sufría.

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En los últimos partidos, ya era una constante la discusión por su convocatoria. Si tiene que ser llamado, si cumplió un ciclo, si en la Selección no rinde como en sus equipos. El famoso insulto de "fracasado" parece ser gratis en la Argentina y el Pipa lo sufrió como pocos. "No se tienen que preocupar más por mí", dijo ayer tras anunciar el fin de su ciclo. Te perdimos, Pipa. La historia pondrá las cosas en su lugar.