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Recuerdo mi primer día en Sociología. Entré a la universidad en esta carrera, como tercera opción. Desde el segundo minuto sentado en aquella silla supe que me había equivocado. La clase distaba mucho de lo que yo creía de una etapa universitaria, los profesores no parecían demasiado simpáticos y el material docente atraía menos mi atención que los comentarios de texto de bachillerato. Ese día supe que era mi sitio y que debía marcharme. Sin embargo, aguanté hasta encontrar otra salida. Desde la llegada de Malcom al FC Barcelona siento que el brasileño debe estar pasando por algo parecido.

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Aquellos primeros entrenamientos en los que el brasileño vio como su fútbol vertical, de contraataque, conducción y definición no podía encajar en el toque de la escuela barcelonista debieron ser como mis primeros días de clase. La primera vez que Valverde le aconsejó pasarla en lugar de desbordar en velocidad se asemejará a mi primera clase de socioestadística. El momento en el que descubrió que sus desmarques solo servían para abrir huecos en la defensa rival y ofrecer espacios a sus compañeros del centro del campo sería muy parecido al mío en el que, en aquella clase de socioestadística, me dijeron que haríamos encuestas y, para nosotros, las personas deberían ser simples números. Requisitos del análisis cuantitativo. Al menos en mi clase no estaba Dembélé.

Porque sí, en el fútbol de toque también casa una explosión de velocidad que engañe a los rivales y vuelva locos a propios y a extraños. Los culés ya la tienen y es Ousmane Dembélé. El mosquito francés es un alumno aventajado, siempre lo fue, y jamás dejará su puesto al brasileño. El futuro de Malcom en el Barcelona tiene más color azul de los banquillos del Camp Nou que blaugrana de la ilustre elástica que Nike se empeña, temporada tras temporada, en variar.

Yo me marché de sociología. La lista de espera funcionó y pude acudir a una carrera más acorde con mis creencias. Tampoco fue mi primera opción. Hoy sí he llegado a ella y disfruto cada día, sintiéndome el mejor. El camino de Malcom debe ser parecido al mío. Varios clubes de la Premier andan detrás de él, rumores del norte de Londres. Estos puede que nunca hayan sido su primera opción, pero sí un escalón más hacia el objetivo. Como para mí lo fue Publicidad y Relaciones Públicas. Malcom sabe de su valía como yo sé de mi vocación periodística. Malcom debe brillar y la sombra de Cruyff, Guardiola y tantos otros le apaga la chispa. El futuro del brasileño ha de estar, sí o sí, fuera de la Ciudad Condal.