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El hijo pródigo sin entrar en religiones. La religión del balón, el dios fútbol con sus símbolos, sus coros, sus llantos, sus rezos y sus profetas. Las parábolas de jugadores que vienen y van, vidas que van y vienen, dinero, balones, jugadas y goles, sobre todo goles. 

Más allá de bendiciones, opios y mercantilización, el gran ingrediente del deporte rey es la pasión. La pasión que sienten los hinchas por unos colores. La pasión que les haría perdonar cualquier cosa por el bien de su club, su escudo y sus colores. La santísima trinidad. Ese sentimiento por el que los culés podrían perdonar a Neymar y admitirlo en su FC Barcelona y en su coliseo, el Camp Nou. Razones no le faltan.

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La primera razón es que el FC Barcelona necesita una revolución. Pese a que dominan en Liga y han estado muy cerca de ganar Copa y Champions, el equipo necesita una vertiente de magia, de descontrol, milagros e ilusión. Esto que aportaba Neymar por la banda izquierda. Aquel juego de combinación pero vertical, esos regates inverosímiles, vaciles y goles que noqueaban al rival. Si Neymar lo consigue de nuevo, nadie recordará su marcha, ni su denuncia, ni tan siquiera su malestar. Aquel día en que marchó a París y esos años sin el brasileño desaparecerán.

La amistad es otra de las razones por las que Neymar debe regresar a la Ciudad Condal. En estos tiempos en el que los vestuarios de los equipos de fútbol parecen más una terapia grupal que un batallón preparado para la batalla. Estos tiempos de motivaciones, coaching y libros de autoayuda, el grupo parece estar por encima de todo. Como afirmaban los psicólogos de la Gestalt, el conjunto a de estar por encima de las individualidades. Ante esto, la manera de disfrutar del fútbol y entenderse de MessiLuis Suárez y Neymar parece irrepetible. Solo el regreso de Neymar podía hacer volver aquel brillo ofensivo del que disfrutó el barcelonismo.

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Finalmente, como el fútbol no sería fútbol sin las rivalidades, el otro valor añadido del fichaje de Neymar por el FC Barcelona sería el golpe al Real Madrid… y el orgullo ante el París Saint Germain. El brasileño es una pieza codiciada por Florentino Pérez desde hace varios años. Quiere en el milagro del malandro la nueva luz que guíe y domine al madridismo. Tenerlo de vuelta en el Camp Nou significaría el apocalipsis y, para algunos, la venganza de Luís Figo. Además, sería recuperar lo hurtado por el jeque que conquistó con millones el corazón de Ney. 

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