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El futbolista brasileño es, sin duda alguna, uno de los más carismáticos dentro del Real Madrid. Su forma de ser le ha convertido en un ídolo para el madridismo a lo largo de todos estos años, pese a que no siempre se ha defendido su rendimiento sobre el césped. Sin embargo, Marcelo continúa siendo un referente en el vestuario, uno de los capitanes por su papel y su trayectoria como futbolista blanco, y uno de los jugadores más queridos.

La continuidad del lateral se pone en duda cada año, en cada mercado de fichajes, pero él curso tras curso demuestra que merece la posición que ostenta no solo por sus actuaciones sobre el terreno de juego, sino también por lo que hace fuera de él. En estos días de pretemporada blanca, Marcelo ha sido el último en hablar ante las cámaras del club para un espontáneo vídeo que se ha publicado en las redes sociales madridistas.

El jugador pide que le acerquen las botas antes de saltar al césped para una sesión de entrenamiento y eso da pie a una conversación en la que las botas, la familia y los tatuajes del brasileño son los protagonistas. Marcelo lleva siempre con orgullo a sus seres más queridos allá donde va, incluso en cada partido pues sus apodos lucen en sus botas. 

Babis, Rico y Zeh12 son los apodos de Clarice, Liam y Enzo, su mujer y sus dos hijos. El último de ellos es el "futbolista de la familia", como él mismo dice entre risas, y ya hemos podido ver las habilidades del pequeño Enzo con el balón tanto en la playa estas vacaciones como a lo largo del curso. Marcelo reconoce que habla con ellos "todo el rato" por que, evidentemente, les echa de menos ahora que está en Canadá.

La conversación deriva en la confesión del lateral que asegura cambiar sus botas "cada tres meses" cuando nota que "ya está como gastada y entonces ya no está tan justa", pues le gusta "que el pie no se mueva dentro". Marcelo asegura que entrena y juega con las mismas siempre "para estar acostumbrado ya", y que tan solo se anuda las botas al inicio del partido porque no se las quita en el descanso.

El brasileño no recuerda sus primeras botas porque "hace mucho ya" de ellas, pero nunca olvida que se las regaló su abuelo, el mismo que le llevaba a entrenar todos los días en el "fusquinha", el Volkswagen Escarabajo naranja que tiene tatuado en su brazo. "Muchas cosas vividas con él" recuerda Marcelo sobre su abuelo y su coche, a quienes también lleva siempre en su brazo derecho.

Finalmente, Marcelo comenta que no se ha hecho ningún tatuaje este verano, que "hace dos años que no" se tatúa. Pero reconoce que volverá a hacerse otro este año y se marcha con un "Ojalá" ante la idea de hacerse una nueva Copa de Europa el año que viene, con su permanente sonrisa y dispuesto a recuperar la mejor de las formas para comenzar una nueva temporada que espera, como todo el madridismo, llena de éxitos.