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Juan Pablo Carrizo tenía todo para convertirse en uno de los grandes ídolos de River. Fue campeón en el 2008 siendo la gran figura y se había ganado el amor y el respeto de todos los hinchas.

Sus buenos rendimientos lo llevaron a la selección Argentina y parecía tener un futuro de éxito en cualquier equipo del mundo. Todo cambió en su carrera y sus actitudes lo llevaron a no estar en la élite.

Ahora le toca volver al Monumental, el estadio que lo vio dar sus primeros pasos y dónde vivió el momento más doloroso de su carrera como jugador: el descenso con el Millonario en el 2011. 

Una de las grandes dudas es cómo lo van a recibir y todo indica que habrá gente que lo va a aplaudir y otros que decidirán chiflarlo. La relación con muchos hinchas quedó rota y no solo por haber sido el arquero del equipo que se fue a la B.

Su error contra San Lorenzo, en una derrota clave para terminar jugando la Promoción, marcó un antes y un después para el arquero. Ya venía de tener errores en el Superclásico que Boca ganó 2-0 en la Bombonera, pero aquella noche contra el Ciclón fue un quiebre.


Luego de regalarle el gol del triunfo al rival, el Pato Filiol fue a darle un abrazo para desearle ánimos. Él lo empujó y humilló al histórico arquero de la institución. Tras ese encontronazo, decidió renunciar a su puesto y se alejó del club.

La soberbia le ganó y su egoísmo quedó marcado. Si bien tenía todo para escribir capítulos de éxito, terminó quedando condenado para siempre como el arquero del descenso. Está claro que no fue su responsabilidad y que si hubiera actuado diferente lo podía superar como tantos de sus compañeros.

Ahora vuelve al Monumental y creemos que no merece los insultos de la gente. Tampoco los aplausos. Va a necesitar mucho para ganárselos. El 22 de agosto debería reinar la indiferencia. Que duele y mucho.