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La derrota del FC Barcelona en el estreno de La Liga fue una sorpresa, aunque viendo el encuentro nadie diría que los blaugranas pudieran haberlo ganado en ningún momento. El Athletic Club fue superior a los de Ernesto Valverde, dominó el encuentro en la primera mitad, supo defender en la segunda y remató a los culés con un gol sobre la bocina que les deja muy tocados, pese a ser el primer partido.

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El técnico azulgrana apostó por el mismo once que funcionó en Michigan ante el Nápoles, dejando a hombres clave como Busquets y Rakitic en el banquillo para dar entrada a Sergi Roberto y Carles Aleñá en la medular. El experimento no salió bien en Bilbao y fue gracias a un brillante Raúl García que no se despegó de Frenkie de Jong, quien no tuvo su mejor debut liguero al no poder entrar casi en juego como único pivote.

Con el holandés fuera de juego y los dos canteranos haciendo un partido nefasto, no hubo nadie que fuese capaz de tirar del carro para imponerse a unos leones mucho más enchufados físicamente. En la delantera la ausencia de Leo Messi llevó a Dembélé a la titularidad en una oportunidad de oro para ganarse un sitio y la desaprovechó generando muchas dudas sobre si debe continuar en Barcelona.

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El extremo francés fue el fruto de la mayor parte de las jugadas de ataque rivales en la primera mitad. Estuvo impreciso en pases sencillos y sus pérdidas provocaron desajustes que permitieron a los vascos generar peligro sobre la portería de un Ter Stegen que salvó al equipo en varias ocasiones. No solo no aportó en ataque ni en defensa, sino que fue prácticamente uno más entre los que vestían de rojiblanco.

Griezmann tampoco estuvo fino, no encontró su lugar ni en la banda ni en el centro tras la lesión de Luis Suárez y, por consiguiente, no pudo ser el futbolista decisivo que acostumbra a ser. El uruguayo tuvo la más clara tras un fallo de la defensa y su remate se fue al palo justo antes de tener que abandonar el terreno de juego con muestras de dolor en su gemelo.

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Fue Rafinha, el descartado, quien sustituyó al charrúa y su entrada junto a la de Ivan Rakitic tras el descanso fue un soplo de aire fresco para los culés, que pudieron controlar un poco más el partido y recuperar la posesión. Sin embargo, para entonces la imagen del equipo ya había quedado notablemente dañada con un once inicial que se dejó llevar por un Athletic que impuso su juego para secar al vigente campeón de la competición.

El estilo del FC Barcelona no se vio en ningún momento con una medular inoperante, una delantera estática y unos laterales que no dieron, ni mucho menos, lo que se espera de ellos. La falta de fluidez del equipo preocupa mucho y la dependencia de Messi se puso de nuevo sobre la mesa, pero por suerte para Valverde este era solo el primero de 38 encuentros, la mejor prueba para 'cambiar el chip' de cara al resto del curso. Una llamada de atención para darse cuenta de que la pretemporada ya ha terminado y ahora llega lo realmente importante.