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El 9 de diciembre de 2018 quedará marcado para siempre en la historia de los Superclásicos. Así como River recordará toda la vida el descenso que sufrió el 26 de junio de 2011, en el Xeneize es difícil de superar la derrota en la final de la Libertadores.

El fútbol siempre da revancha y Boca la necesita. Pocos hubieran imaginado que podía ser tan rápida, pero todo indica que podrían cruzarse en las semifinales de esta edición.

El equipo ya no es el mismo que perdió en Madrid. Gustavo Alfaro está conformando un plantel mucho más equilibrado y que se hace fuerte en las paradas difíciles. Tiene jugadores en gran rendimiento y hubo buenas apariciones como la de Nicolás Capaldo y Marcelo Weingandt.

Una de las ventajas es que podría definir en la Bombonera, junto a su gente. De la mano de Wanchope, Tévez, De Rossi, Salvio y todas las figuras buscarán terminar con el karma llamado River.

Boca tiene hambre de revancha y esta vez el final puede ser distinto. La mejor forma de que empiece a sanar la herida de la final es ganándole en cancha y se presentaría una nueva oportunidad.  El objetivo está claro y es recuperar la mística del club y poder hacer valer esa paternidad que hace rato no se percibe a la hora de los clásicos.

El 3-0 en la altura de Quito aceleró los procesos de nervios por un posible enfrentamiento y ya todos imaginan un nuevo duelo. Boca ya está con un pie y medio en las semifinales y ahora River deberá hacer lo suyo contra el siempre difícil Cerro Porteño.

Lo que queda claro y que ya viene siendo una tendencia en los últimos años, es que cada vez tendremos más Superclásicos en estas instancias. Ambos equipos están mostrando ser los mejores equipos de Sudamérica y marcan diferencia con sus rivales. 

Los antecedentes le sonríen al equipo de Marcelo Gallardo. Vencieron en la Sudamericana 2014, la Libertadores 2015, en la final de la Supercopa 2018 y finalmente en la recordada final de Madrid. ¿Cambiará la historia esta vez? Para que sea posible hay que jugarlo y Boca lo sabe muy bien.