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Fernando Gago, futbolista que milita actualmente en Vélez Sarsfield, describió en el programa Fox Sports Radio el calvario que tuvo que sufrir con las lesiones durante toda su carrera, donde se rompió tres veces el Aquiles y una los ligamentos cruzados de su rodilla.

Además, reveló que cuando perdió la final de la Copa Libertadores con Boca ante River, donde salió lesionado, había tomado la decisión de retirarse del fútbol profesional, pero un pedido expreso de su hijo Mateo le hizo cambiar la cabeza y recuperarse para cumplirle el sueño.

A continuación, las frases más salientes del volante central:

La pesadilla de las lesiones

"Hace 15 años que tengo el dolor ese en los Aquiles. Es por un sobrehueso. Yo jugaba siempre porque me infiltraba. Todo arrancó en un partido de Champions, entre Real Madrid y Liverpool. Me agarró un dolor fortísimo de un sobrehueso que me salía atrás. Al doctor le decía que me infiltrara porque quería jugar. Así estuve un año y entrenaba con un botín dos números más grande. El roce de la sábana me hacía doler, por eso dormía con el pie afuera de la cama. De golpe se me acomodó y no me dolió tanto. Después dependió de la carga en los entrenamientos y se me hizo en los dos pies. No podía caminar descalzo en la playa del dolor, iba en zapatillas. No tenía solución, me tenía que operar y la operación no me aseguraba quedar bien. Es una lesión difícil y complicada porque te tenés que abrir y limar el hueso y eso implica seis meses de recuperación y ver cómo está", comenzó.

"Cuando me rompo por segunda vez el Aquiles en la pierna izquierda me llegue a plantear operarme los dos. Después, hablando con Jorge (Batista) decíamos por qué no operamos los dos ese día. Estaba entre las posibilidades y era lo más normal que me pasara de vuelta porque tenía un desgaste en el tendón de Aquiles hace 10 años. Tenía el hueso raspando en el tendón y lo iba lastimando. Jugué con la conciencia de que me podía romper en cualquier jugada o bajando del auto".

"¿Cómo jugaba? Cuando entraba a la cancha se me terminaba todo. Pero durante la semana era todo el día pensando en el pie, en cómo recuperarme, en la bota de compresión, el hielo, vendajes, en todo y después el domingo adentro. Era una bomba de tiempo, me podía romper hasta caminando y yo lo sabía. Me acuerdo un día que me levanté estando de vacaciones y cuando voy para la playa para jugar a la pelota no pude. Me tuve que volver a poner las zapatillas porque no podía caminar, si muestro una foto de esa época no lo creerían".


El pedido de Mateo, su hijo de 6 años


"El último proceso fue rarísimo. Pasé un diciembre operado, Navidad y Año Nuevo quieto sin poder moverme. Me perdí las vacaciones con mis hijos que estaban planeadas y otra vez pasar el proceso de recuperación la verdad no tenía ganas. Pasé enero de la misma forma. No dormía, hasta las 6 ó 7 de la mañana estaba despierto, con dolores, molestias, pensando… Después la rutina era todo negativo. Me insistieron bastante para que empezara un poquito con la recuperación porque no quería. Ni siquiera tenía ganas de recuperarme. 'Cuando se cure, se cure', dije. Me agarró Batista y me dijo 'recuperate para por lo menos caminar bien' y ahí empecé de a poquito".

"Tomé la decisión de volver en gran parte por Roberto Luzzi, preparador físico. Hablamos y probamos. Arrancamos tres veces por semana y después vamos un poquito más. Ahí empecé a motivarme a hacer algo, porque estaba todo el día en casa aburrido pensando qué iba a hacer, si se terminó todo qué hago. Luego, toqué un poquito la pelota y me entusiasmé más. Hice jueguitos en el gimnasio en casa… pero el gran detonante de mi hijo Mateo de seis años".

"'Papi, cuándo vas a volver jugar que quiero ir a la cancha', me dijo. 'No sé si papá va a volver a jugar ahora", contesté. 'Pero papi yo quiero que juegues'… Ahí se llenaron los ojos de lágrimas y me fui a estar un tiempo solo. El tema era ¿cómo hago? Porque la verdad no tenía las ganas. Me fui de vacaciones un mes y medio, como en mi vida las tuve, y (Mateo) se hizo hacer un peluche. En el lugar la chica que se lo entregó le dijo que tenía que pedir tres deseos, y pidió: 'Quiero jugar al fútbol con mi papá'. Me puse a llorar, me tuve que ir solo al hotel. Dije, ya está, no sé cómo pero tengo que volver. Al regresar del viaje empecé, pero de verdad, como había hecho en todos los procesos anteriores. Con doble turno y toda la locura que hago e hice cuando me tenía que recuperar. Así llegó la oportunidad de volver".