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Tengo 25 años. A veces miro el calendario y temo a diciembre, ese fatídico mes en el que cumplo 26. Cuando solo era un niño odiaba que mi cumpleaños fuera tan lejano, todos mis amigos eran mayores que yo y, cuando por fin los igualaba, siempre acababan superándome. Inventé mil maneras de revertir el calendario, pero ninguna terminaba funcionando. Al final siempre era el más pequeño. También fui el más pequeño de mi primera carrera. Lo llegué a odiar. Ahora es justo al contrario. Miro con miedo a diciembre, a la par que le agradezco que me permita disfrutar tanto tiempo sin cumplir años. Aguantar hasta el final de mi generación. Sigo odiando mi condición en la carrera, esta vez la segunda. Soy el más mayor.

No obstante, cumplir años no siempre es tan malo, al igual que ser pequeño tampoco lo es. A veces la edad me cerró o abrió puertas, como me cerraban los porteros las de aquellos pubs por no tener la mayoría de edad y terminaba colándome por la de salida… o con otros métodos que se quedarán para siempre en la noche alicantina. Todo son experiencias. Experiencia, esa palabra osada que todos exigen, pero muy pocos dan. Para poder tenerla, se necesita paciencia. Hay que involucrar a alguien en un proyecto y dejarle trabajar, sin prisa y dándole oportunidades. Esto también sucede en el fútbol. Clubes fichando a jugadores jóvenes que pueden cederlos o tener paciencia con ellos… sin cortar su progresión.

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Esto último es lo que debe hacer el Real Madrid con Jovic. El serbio vale mucho, tiene características para triunfar, pero tiene que amoldarse al Real Madrid. Salir cedido le hará dar un paso atrás, lo que podría demostrar ya lo hizo en el Eintracht. 

Aunque sea como suplente, tiene que seguir en el Real Madrid y aguardar sus minutos. Salir y demostrar su valía. Tal vez no en los primeros encuentros, ha de adaptarse al ritmo de competición de la Liga y al estilo Zizou, pero poco a poco de demostrar por qué fichó por el Real Madrid. Tendrá un buen maestro con Benzema.

 La paciencia es el ingrediente necesario para verle brillar y lo que necesita el Santiago BernabéuLos imperios no se construyeron en dos días, el madridista tampoco. Ser el primer suplente puede terminar por hacerte florecer. Bien lo merece por su velocidad.