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Dicen que es siempre esta ahí, que es lo último que se pierde y se pinta de verde, pero en el Real Madrid la nueva esperanza no ha estado estos últimos años, cerca estuvo de marcharse y viste de blanco, de azul oscuro o incluso de verde, depende del día. La afición del Santiago Bernabéu nunca ha dado por perdida a su esperanza que ahora está de vuelta tras un largo Erasmus. La nueva esperanza blanca tiene nombre y apellidos, se llama James Rodríguez.

El futbolista colombiano está de vuelta en el conjunto madridista y él lo sabe, Zidane lo ha visto y la grada lo vuelve a aclamar como hizo hace años, cuando aterrizó en la capital como un soplo de aire fresco con potencial para ser un auténtico huracán. Y lo fue, el cafetero firmó 17 goles y 18 asistencias en su primer curso como merengue para ganarse al público en general, pero sobre todo a la afición que se reúne entre el Padre Damián y la Castellana.

Su rendimiento fue de más a menos y en su regreso sucede exactamente lo contrario. El nuevo James Rodríguez ya no solo es el futbolista determinante de tres cuartos de campo en adelante, ahora trabaja en defensa, presiona, se anticipa al rival, roba balones... es un jugador mucho más completo que el que se marchó a Múnich, como el joven que se marcha a estudiar fuera sin saber hacer un huevo frito y regresa doctorado en cocina de supervivencia.

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El verano convulso en el que hasta el Atlético de Madrid sonó como su nueva casa también sirvió para que Zidane se diese cuenta de que en sus filas contaba con una de las mejores zurdas del planeta en un hombre reinventado y más maduro. James se quedó y luchó por recuperar la confianza de su técnico, reapareció ante el Valladolid demostrando su calidad y ante el Levante fue de los mejores para dejar clara una cosa: "Ojalá esta sea mi temporada en el Real Madrid".

El colombiano disputó los 90 minutos demostrando que tiene físico para hacerlo, en ataque fue decisivo con una asistencia y varias intervenciones de valor, y en defensa trabajó como ningún otro. Su actuación debería hacer dudar a Zidane sobre su titularidad en los próximos partidos ante las numerosas ausencias pues podría aportar al equipo algo que ningún otro futbolista de la plantilla tiene, esa capacidad para desequilibrar un partido desde la medular.

El tridente de ataque que presumiblemente formarán Hazard, Benzema y Bale encontraría su mejor socio en un James Rodríguez que, ejerciendo como mediapunta, fuese el nexo con el doble pivote que tanto ha trabajado el francés en pretemporada. El cafetero vuelve para alterar el 'statu quo' de un equipo que precisamente necesitaba eso, una revolución esperanzadora que ahora se hace realidad en un solo hombre.