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Hace ya unos días desde que Yerry Mina se despedía del Camp Nou, y ponía rumbo a Liverpool, Inglaterra, tras fichar por el Everton por 30,25 millones de euros (más 1,5 en variables). También André Gomes le acompañó al Goodison Park, en calidad de cedido.

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Esta claro que el Barça ha hecho un negocio redondo con Mina. El conjunto blaugrana pagó 12 millones al Palmeiras en enero y ocho meses después, ha vendido al central colombiano por casi el triple de lo que costó. Económicamente, es una operación irreprochable, con casi 20 millones de euros de beneficio en menos de un año. Pero eso no es todo.

Ahora, el Barça también ingresará en sus arcas un total de 5 millones de euros por cada uno de los seis partidos oficiales que Yerry Mina jugó con la camiseta blaugrana, cinco de Liga y uno de Copa del Rey. Sin duda, una de las operaciones más rentables de la historia reciente del club.

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En principio, el fichaje de Mina era a corto plazo, ya que el jugador solo entró en los planes de Ernesto Valverde porque fue estrictamente necesario, debido a lesiones o sanciones de los centrales titulares (Samuel Umtiti y Gerard Piqué) o del tercero, Thomas Vermaelen. Mina llegó al Barça en el mercado de enero, avalado sobre todo por la figura de Pep Segura, mánager general del área de fútbol. 

Aunque el central colombiano fuese una joven promesa en auge, tanto el secretario técnico, Robert Fernández, como el entrenador, Ernesto Valverde, mostraron de puertas adentro sus dudas sobre la idoneidad del fichaje y su capacidad de adaptación al juego del Barça, siempre exigente para un central. Aun así, Yerry Mina aterrizó en Barcelona en plena temporada para vivir su primera experiencia en Europa. 

Solo pudo disputar seis partidos (cuatro partidos completos), tras debutar el 8 de febrero en un partido de Copa en Mestalla ante el Valencia sustituyendo al lesionado Piqué.

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Tras idas y venidas, finalmente, Mina también jugó completo el último partido de Liga, ante la Real Sociedad en el Estadi, un encuentro que finalizó con victoria blaugrana pero que quedó eclipsado por la despedida de Iniesta. Poco podía imaginar Mina que ese partido sería el último con la camiseta del Barça, ya que, a sus 23 años, el colombiano se había proyectado como un central de futuro del conjunto blaugrana. 

Esta claro que al Barça este negocio le ha salido redondo, pero Mina querrá quitarse, sin duda, la espina que le ha dejado su paso en Barcelona y volver a brillar como futbolista. Solo el tiempo dirá.