¿Qué le falta a los equipos mexicanos para que sus fuerzas básicas y canteras suban de nivel?
Luego de otra participación con resultados idénticos (octavos de final) en Rusia 2018, ha llegado el momento de plantearse algunas preguntas. Es evidente que México necesita ya de un cambio generacional, pero.. ¿Qué es lo que falta para que los nuevos talentos, emergidos de las fuerzas básicas, suban de nivel?.
Es una pregunta compleja porque atañe a varios matices. Y además, no es que a nivel categorías inferiores México esté mal. Al contrario, el nivel mostrado por diversas generaciones en el actual siglo es loable. Los logros más superlativos del fútbol mexicano justamente han venido en selecciones de categoría inferior.
El problema es que escasas veces los torneos de minoría de edad llegan a ser una verdadera referencia respecto al nivel real del fútbol mexicano. Y es en este punto donde la interrogante toma otra dirección, porque más bien habrá qué preguntarse a dónde va a parar ese talento que pintaba para mucho.
Aquí es donde los futbolistas mexicanos precisan de entrenadores formativos más capaces, con un buen sustento económico para prevenir las corruptelas arcaicas, que logren orientar sus cualidades para poder sacar el máximo talento de ellos.
Y no sólo eso, también debe existir un modelo en el fútbol mexicano que aliente dos cosas en particular para todos los clubes: la mejora constante de sus estructuras de fuerzas básicas y el uso de jugadores mexicanos.
Ambos puntos son difíciles en una liga importadora como la Liga MX por el hecho de que, en el corto plazo, no reditúan ganancias importantes. Empero, es ahí donde la FMF y la propia Liga deben interceder para promover - que no obligar del todo - la cultura del desarrollo y crecimiento del también llamado 'fútbol base'.
Afortunadamente hay excepciones casi milagrosas en el fútbol mexicano que hacen soñar con un futuro alentador: Pachuca, Santos Laguna, América y en un menor nivel Pumas, han promovido el uso de jóvenes mexicanos respaldados por una estructura de categorías inferiores solidas.
Y al final, sobre todo a los Tuzos, la paciencia ha dado resultados: creemos firmemente que al largo plazo es más redituable (en lo económico y deportivo) apostar por un futbolista nacional talentoso que por un jugador extranjero. El futbolista mexicano puede venderse, y venderse bien.
Eso sí, si los dueños del fútbol mexicano quieren que sus talentos puedan llegar al mercado europeo deben asegurarse de que los jóvenes que logran llegar al máximo circuito tengan el talento suficiente. Y para eso no hay más que hacer un gasto importante en un buen grupo de entrenadores formativos y una estructura sólida que pueda abarcar la 'n' cantidad de regiones y estados donde se práctica el fútbol en Mexico.
Es osado asegurar que esa formula es el modelo que el balompié azteca lleva buscando por décadas, no obstante, las excepciones 'milagrosas' en el país y los mismos resultados que se han entregado en el pasado nos hacen pensar que podría ser una opción viable.
Al final, todo puede ser un ganar-ganar: mayor detección y desarrollo de talento en fuerzas básicas + mayores oportunidades (y riesgos, como en todo, los hay) en primera = futbolista mexicano de calidad y exportable al fútbol extranjero.