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No sienta bien el verano en la Ciudad Condal. Pese a que Barcelona es una ciudad de costa y sol con tildes europeizados, no parece que por el Camp Nou estén felices cuando se llena la Barceloneta. La brisa marina no es suficiente para los culés cuando la tremenda humedad veraniega les asfixia las entendederas. Otra vez ha sido verano en el Camp Nou. Otra vez, como desde hace dos años, han vuelto a hacer el ridículo. Su mercado se puede resumir en la compra de un jugador que les rechazó y el intento de vuelta de un hijo pródigo que nunca ha llegado. Inexplicable.

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El verano de Bartomeu y los suyos bien podría haber servido para una novela de Valle-Inclán o una comedia de Álex de la Iglesia. El esperpento que han protagonizado los blaugranas ha sido de un calibre incalculable. Su primer fichaje, Griezmann, estuvo manchado de polémica por aquella famosa decisión, 'La Decisión', en la que el galo rechazó a los culés para seguir en el Atlético de Madrid. Ahora es odiado por los colchoneros y el respetable del Camp Nou no ha tenido más remedio que perdonarle.

A partir de aquí, se enmarañó todo. Bartomeu estuvo dispuesto a todo por hacer que Neymar volviera, pero el brasileño sigue en el París Saint-Germain. Su gran baza era Coutinho. Llegó tras otro ridículo y no ha encajado en el sistema Valverde. Un futbolista por el que pagaron más de 150 millones de euros ha salido cedido. Algún día alguien escribirá un libro sobre esto. A mí que me lo expliquen.

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No contentos con ello, Bartomeu siguió pujando por Neymar y para llegar a los 200 millones que exigía el PSG un poco más y aporta su casa. Prácticamente toda la plantilla pasó por la mesa de negociación. Ahora muchos culés se sienten infravalorados, saben que estuvieron a un paso de jugar para los del Parque de los Príncipes. Polémica, ridículo y pocos resultados. Cualquier culé le estará rezando a Sant Jordi, a La Moreneta, a Lluís Companys o al dios o patrón en el que crean para que Bartomeu se vaya cuanto antes.